viernes, 11 de febrero de 2011

Tres incómodos advenedizos aspiran al Oscar

¿Saben ustedes el significado del término "advenedizo"? En realidad, se trata de un vocablo polisémico, pero descartaremos el resto de sus acepciones, excepto la tercera, en la que significa "Persona que, sin empleo u oficio, va a establecerse en un país o en un pueblo".

Pues bien, como todos los años, he invertido largas horas nocturnas visionando (en segunda acepción) todas las películas que, según el criterio de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de Hollywood, merecen una nominación al Oscar a mejor película del año.

No negaré que la mayoría de ellas las conseguí en el mercado negro, pues el Perú no es precisamente un país privilegiadamente dotado de estrenos cinematográficos y esperar a que lleguen a las salas de cine significaría morirse lentamente de ansiedad.


Así que, luego de interminables horas pulsando stop y play, reverse y play otra vez, analizando al milímetro las secuencias, planos, colores, diálogos, gestos y desplazamientos en mi viejo reproductor de discos compactos, adivinen qué encontré. Hay, entre las nominadas por la Academia, tres películas que, a mi modesto criterio (que no por modesto dejará de tener fundamento), tres incómodas cintas que, vistas desde un ojo crítico, aparecen como figuras que nada tienen que hacer dentro de la lista. Son, en definitiva, tres películas advenedizas (ya aclaré en qué acepción).

Me referiré, en primer término, a la que probablemente ha acaparado la mayor atención de los medios: The Social Network (Red Social, en castellano). En esta película, David Fincher (lo recordarán los de más de 30 años por  el extraordinario éxito de Seven; o los fanáticos del cable, por La habitación del pánico; incluso, hasta los más desquiciados, por El club de la pelea... una amiga mía lo recuerda suspirando por haber mostrado a Brad Pitt calato en El curioso caso de Benjamin Button) nos muestra la historia de cómo se originó la red social Facebook. Partamos, justamente, de este punto: la trascendencia argumental. ¿A quiénes puede interesarles este asunto? ¿A usted le interesa, amigo lector? ¿Le interesó la historia de Hi5 cuando estuvo de moda? ¿Le interesó la historia de Tarjetas Bubba cuando aún tenía usuarios? Déjeme contestar por usted: simplemente no.
Justin Timberlake y Jesse Eisenberg en la Red social
No hablaré de las actuaciones, pues con una trama tan insignificante, sería una locura poner a prueba la calidad interpretativa (con decirles que hasta Justin Timberlake participó en un rol principal). Tampoco hablaré del trabajo de fotografía, pues casi toda la película transcurre en espacios cerrados. No hablaré de la edición de sonido, pues casi no hay acciones que impliquen estruendos  o crepitaciones (un vidrio roto por ahí, pero nada más). En cuanto al impacto en el espectador, solo diré que si eres norteamericano, de seguro que la peli alcanza a pelliscarte una que otra vez, pero puedo apostar mi sueldo de todo el 2012 que para un no-yankee la película resulta indescifrable y hasta soporífera, sobre todo al comienzo. 

Ahora, les diré cuánto dinero invirtió el trío de compañías Michael De Luca Productions, Scott Rudin Productions y Trigger Street Productions en esta "obra maestra" (jajajajajajajajaja) del cine contemporáneo: nada más ni nada menos que 50 millones de dólares (use almohadas contra las caidas).

Sigamos. Me referiré ahora a 127 hours. Esta otra cinta advenediza es responsabilidad del director Danny Boyle (todos lo amamos cuando sacó La playa o Slumdog Millionaire). A diferencia del bodrio anterior, en esta cinta hay dos aspectos nítidamente destacables: por un lado, un excelente trabajo de fotografía, edición y manejo del color: impactantes vistas de Robbers Roost, en Utah; fino uso de los colores amarillo, azul y negro que llenan la pantalla generando un impacto visual que atrapa al cinéfilo y lo transporta a la historia.

Por otro lado, una sobresaliente actuación de James Franco (las actuales amas de casa lo recordarán por el chico malo de Spider-man; yo lo vi interpretar a la pareja de Harvey Milk y me pareció un artista con gran proyección), quien explota inteligentemente su rostro para hacernos creer lo martirizante que es tener una roca de ciento cincuenta kilos aplastando tu mano derecha contra la pared de una grieta.
Fuera de estas cualidades, la película es, ante todo, un documental que da testimonio de lo que millones de creyentes llaman "un milagro del Señor", pero nada más (nothing else, diría si fuera yankee). Nuevamente, la trascendencia argumental es la gran ausente. La trama es demasiado fofa, tan nimia que se hubiera podido contar en dos o tres minutos, pero no en 93 (sin que esto desmerezca a los cortos documentales). He tratado de averiguar cuánto ha costado la realización de esta película, sin hallar nada al respecto, salvo el comentario general de que se hizo con un bajo presupuesto. ¿Se puede considerar esto como un atenuante a la escasa calidad de la cinta? En este caso, lo dudo mucho.


¿Alguien llegará en ayuda de James Franco?

Quizá en lo más alto del podio de lo inaceptable esté la historia de un aristócrata tartamudo y un pequeño burgués que le saca la vuelta al sistema para mantener su prestigio y su hogar: The King's speech. En comparación con The Social Network o 127 Hours, esta es una historia más compleja y mucho más rica para la reflexión. En resumidas cuentas, vista con ojo crítico, The King's Speech nos conduce a la siguiente interrogante: ¿Será posible que todo el destino de un imperio pueda descansar en manos de un falso médico a quien la corona jamás consideró valioso? Ensaye usted sus respuestas.

Pero aun cuando esta propuesta tenga cierto valor histórico-social, no deja de ser otra perogrullada cinematográfica. La trama acaba centrándose en la relación entre el rey y su terapeuta, como que el espectador no termina de darse cuenta de qué papel cumple en la historia la Segunda Guerra Mundial o la clase dominante de Inglaterra. Por ese lado, la intención de darle un fondo a la obra se diluye y deja por delante una serie de sucesos triviales que concluyen en una amistad. Una película más, sin duda.

Hay quienes han destacado la "excelente actuación de Colin Firth", como el rey. Yo discrepo rotundamente. ¿Qué actor no va a resultar simpático si le dan el papel de un tartamudo? Hasta un niño de cinco años se ve gracioso tartamudeando, ¿o no? Por favor, señores "críticos de cine", hagan honor a su nombre una vez en su vida, aunque sea.

El pedante rey y su insistente terapeuta

El Oscar 1998 fue una verdadera verguenza, señores. ¿Recuerdan cuál fue la película ganadora de ese año? Nada más ni nada menos que la romanticona Shakespeare in love. ¿Saben ustedes qué películas quedaron por debajo en ese podio? Empiecen a lamentarse: Saving Private Ryan (¿quién no la vio por lo menos dos veces?), La vida es Bella (sí, señores, la obra maestra de Roberto Benigni), La delgada línea roja (película que encumbró a su director, Terrence Malik, como uno de los grandes del cine mundial).

¿Dónde quedaron los grandes actores que solía premiar Hollywood?

Pues se avecina otra ceremonia negra para los amantes del buen cine. Y, aunque no podamos reunir a miles de cinéfilos para marchar en frente del teatro Kodak este 27 de febrero, no dejemos de abrir los ojos de millones de espectadores, quienes a pesar de no conocer mucho acerca de cómo se hace cine, no por eso dejan de tener derecho a evitar la estafa a la que nos somete Hollywood cada cierto tiempo.

Apago mi CPU.









No hay comentarios:

Publicar un comentario