lunes, 2 de enero de 2012

La ciencia al servicio del capitalismo: Moneyball


Siempre que digo que Brad Pitt es un extraordinario actor, algunos amigos míos sonríen socarronamente. Yo entiendo lo que me quieren decir, pero me reafirmo: hace mucho que Pitt ha dejado por sentado de que no solo es un ex galán, sino uno de los mejores actores de Hollywood. Quién duda de sus apariciones en Seven, The fighting club, Twelve Monkeys, El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford. Quién puede cuestionar su versatilidad en Leyendas de pasión o El extraño caso de Benjamin Button. Y, últimamente, quién puede estar incómodo por su brillante interpretación de Billy Beane en Moneyball. Nadie. Si la película es él mismo.
Billy Beane y Peter Brand: artífices de un gran récord en el football
La historia que se ve en pantalla es el drama de Beane por ganar un juego injusto con la asesoría técnica de Peter Brand, un economista de Yale. No hay mucho por decir en cuanto a esta historia, cuyo talón de Aquiles es precisamente ese: la falta de una mayor trascendencia argumental. El filme, sin embargo, logra demostrar lo que se propone: que la ciencia es una gran esperanza para el progreso del negocio, no solo en el deporte, sino en todos los ámbitos de la vida capitalista.
La película intenta ser, también, un consuelo para aquellos hombres que han alcanzado la grandeza y aún no se dan cuenta de ello. Y es que muchos hombres que han logrado esa condición nunca se lo propusieron. Beane tenía otro propósito: llevar a los Atléticos de Oakland a ganar la Liga Americana de football y, probablemente, la serie mundial. Estuvo cerca de conseguirlo cuando su equipo tuvo la impresionante racha de veinte partidos ganados consecutivamente, algo sin precedentes en la historia de ese deporte en los Estados Unidos.

El extraordinario actor Philip Seymour Hoffman como el odioso entrenador de los Atléticos de Oakland
 Beane demostró que, gracias a las matemáticas, se puede encontrar “valor oculto” en aquellos jugadores que son marginados por razones aberrantes, como el exceso de edad o el estilo extravagante de juego. En suma, poco dinero, mucho cerebro y una gran pasión por el juego pueden más que la enorme billetera de los grandes como Los Yankees de Nueva York.
Se trata, sin duda, de una película hecha para los norteamericanos. Si en el Perú se hiciera una película sobre el subcampeonato del Sporting Cristal en la Copa Libertadores de 1997, en la que Alberto Ísola interpretara al “Mago” Markarián, seguramente sería el suceso cinematográfico del año.
Pitt ha demostrado su gran versatilidad para los papeles más exigentes
Otra gran performance de Brad Pitt. Eso es todo en cuanto a Moneyball, la gran advenediza dentro de las nominaciones al Globo de Oro.

The help: una película femenina y feminista

Criadas y Señoras (como la tradujeron para el público de habla hispana) es un drama fundamentalmente bien elaborado, que expresa una crítica frontal contra la discriminación racial femenina, cuyos tentáculos aún se extienden hasta nuestros días, sobre todo en países como Estados Unidos. La película impacta por el extraordinario uso del color, el mismo que se convierte en un elemento distintivo de los personajes con respecto a sí mismos y a su entorno.
Cada cosa en su color y forma: mujer blanca, rubia, delgada,vestida de rosa; mujer negra, gorda, vestida de celeste; botellas negras y, detrás, un fondo verde de árboles.
En cuanto al reparto, no resulta convincente la performance de Viola Davis, cuya debilidad actoral se verifica en varios pasajes de la obra (por ejemplo, en la parte final, cuando ensaya una arremetida contra su ama sin lograr crear en el espectador la sensación de ira). Detalle fundamental de la actuación: saber representar –y más aún, encarnar- los sentimientos básicos: la alegría, la furia, la melancolía, entre otras pasiones humanas. Si no se logra esto, o si se nota más el esfuerzo que el efecto, la actuación decae. Esto es una ley, tanto en el teatro como en el cine.
Sí nos deja satisfechos, en cambio, la participación brillante de Bryce Dallas Howard, a quien recordaremos como Ivy, de La aldea, Story, la ninfa de La dama del agua o Kate Connor en Terminator: Salvation. Bryce actúa como “la mala de la película”. Representa impecablemente actitudes como la arrogancia, el menosprecio, la hipocresía y la crueldad. Explota al máximo su papel y deja al espectador convencidísimo de que se trata de una mujer despiadada. 

Bryce: la imagen viva del desdén y la malicia.

 Otra mención aparte merece la actriz y guionista de Alabama Octavia Spencer, en el papel de Minny Jackson, la mejor cocinera del pueblo. Octavia desarrolla un personaje de gran carácter –aparece como una mujer decidida y desafiante, a pesar de su condición- sin perder en absoluto cierto matiz cómico, muy característico de sus papeles anteriores.  
Tate y Octavia, la prueba de que todo buen trabajo depende de la armonía dentro del equipo
Sin embargo, todo buen filme, como propuesta artística, desde que se proyecta, se convierte automáticamente en patrimonio universal y es aquí, precisamente, en que la película decae. Se trata de una película femenina: hay escasísimas apariciones masculinas a lo largo de las escenas. Este sesgo resulta innecesario, por cuanto se trata de un problema racial, que afecta a la humanidad en general. Esta feminidad da paso, por tanto, a un feminismo abierto, contra el que no tenemos una sola queja, siempre y cuando los espectadores de cine fueran todas mujeres.
Por lo demás, The help es una historia conmovedora en el que cada detalle está muy bien cuidado, responsabilidad de un inspirado Tate Taylor. Es, como se diría en el lenguaje de la cocina, un “apple pie” perfectamente horneado, con un mensaje muy nutritivo. Saboréenla.