viernes, 26 de noviembre de 2010

Tokio Hotel con un tufillo de los Guns de los ochentas

Allá por 1985, un esmirriado Axl Rose reunía a lo mejorcito del hard rock californiano de la época bajo la marca paraguas de Guns N roses. 

La banda era una mixtura de estilos: un Axl de estilo más funk, con gorrita, licras ajustadísimas (a lo Jagger), tatuajes y esa voz ronca de gárgara de vidrio molido. Al lado, Slash, el típico holgazán doméstico, con el cabello esponjado y crespo (nido de pájaro), botas vaqueras y un cigarrillo sobresaliendo de la bembaza tiesa y casi reventada de smog. Luego Duff, espigado y fofo como el nerd de la escuela que ha devenido en punk. Y, finalmente, Steve Adler, el jovencito que sueña con ser una estrella de rock; el tipo que desaloja el auto de papá de la cochera para practicar horas y horas con la batería hasta hacer estallar los oídos de los vecinos.


Quién diría que esta banda advenediza llegaría a vender a lo largo de su corta historia musical 46 millones de discos en los Estados Unidos y al rededor de 110 millones a lo largo y ancho del planeta. Desde el punto de vista de la complejidad musical de sus producciones y del talento innegable de cada uno de los miembros que pasaron alguna vez por la banda, estas cifras suenan con justicia. Desde el lado de la heterogeneidad de estilos y hasta de intereses que mediaba entre sus integrantes, los números quedan enormemente grandes.

Guns N roses, ídolos de los ochentas y noventas
Y ahora, un hermafrodita (que a varios nos recuerda al Axl Rose de los ochentas), su hermano gemelo y otros amigos, forman Tokio Hotel, la banda del momento. Nunca antes habíamos visto una banda alemana con tanto revuelo. Además -sería una canallada negarlo- la banda sabe muy bien lo que hace y lo hace bien: acordes exactos, cambios de ritmo, experimentación, buena puesta en escena: eso es Tokio Hotel.

Si dejamos de lado Monsoon -una metáfora amorosa con sabor a tormenta japonesa- tendríamos que destacar (y no "rescatar", como diría el resto) Ich bin nicht ich, Final Day, Love is dead, Tokio Drift y Automatic.

Ver un póster de la banda es como ver a un corrillo de infantes disfrazados de manera distinta. Bill Kaulitz, con el nido de pájaro reventado, mirada profunda y cuerpecillo de torero desnutrido; Tom Kaulitz, más hip hopero, Georg Listing y Gustav Schafer, más conservadores.

¿Los Guns del momento?
Me pregunto si el espíritu de los Guns se ha reencarnado en esta nueva generación teutona que volteó la página negra del holocausto y que viene insertándose peligrosamente en lo más alto del mercado musical. ¿Llegarán a acariciar estos jóvenes de Magdeburgo los 110 millones de copias? Al menos empezaron muy bien el largo camino.


Gracias por leer.

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